TRAYECTORIA PROFESIONAL
TRABAJO FINAL


“Hay que apostar por los libros y los audiovisuales porque cada vez es más difícil aportar valor simplemente haciendo fotos”


JAVIER MARISCAL by UNION.WED

Javier Mariscal Ariza cuenta historias. Lo hace todo el tiempo. Antes de empezar con nuestra entrevista ya me ha contado cómo se pagó su casa haciendo talleres de narrativa fotográfica. "Mi casa no es del banco", me dice. "Mi casa es mía". Y todo gracias a que Javi ordena sus fotos como nadie para crear historias emocionantes.

Sus libros y, especialmente, sus audiovisuales le han regalado el respeto y la admiración de muchos de sus compañeros. Así que le llamamos a él, precisamente a él, para hablar de trabajos finales, ahora que las historias y, sobre todo, los libros y los audiovisuales se han convertido en una de las herramienta de comunicación más poderosas de nuestros fotógrafos de referencia.

Hablemos de trabajos finales. ¿Por dónde empezarías?

Por lo evidente. Pienso que nuestro negocio dependerá dentro de muy poco de lo que seamos capaces de hacer con nuestras fotos. De nuestra labor como editores de nuestros propios reportajes. La tecnología ha democratizado el talento mecánico. Desde hace unos años muchos fotógrafos llegan, sin ser virtuosos, a una galería consistente de 1000 imágenes, teniendo en cuenta además las herramientas de Inteligencia Artificial que han surgido precisamente para agilizar esta parte del proceso. Y estoy convencido de que dentro de no demasiado tiempo van a tener más probabilidades de seguir siendo fotógrafos de boda profesionales quiénes, desde ya, tengan algo genuino que hacer con esas 1000 fotografías. Yo hago libros y audiovisuales desde hace bastante tiempo. Y los hago porque son mi herramienta de expresión. Es la manera en la que intento diferenciarme y distinguirme del resto.

¿Crees entonces que la tecnología está acabando con la creatividad?

Yo no he dicho eso. Los fotógrafos de boda no somos artistas y, si lo parecemos, es simplemente porque manejamos estupendamente nuestra comunicación. Está claro que hacemos fotografía comercial. Yo no hablo de creatividad. Hablo de negocio. Y de centrarnos en la parte más humana del proceso porque es lo único que va a permitirnos a la mayoría seguir viviendo de la fotografía. Creo que debemos elegir, gracias a nuestra propia experiencia, nuestra sensibilidad y nuestra empatía, lo que es más relevante y significativo para cada pareja, ofrecerles los recuerdos que les van a acompañar siempre, crear para ellos una historia que les apetezca revisar de vez en cuando porque hable de ellos, de quiénes son, de las personas con las que tienen vínculos sólidos. Más allá de la experiencia estética, yo apostaría por crear memoria e identidad, por ordenar sus fotografías para que nuestros reportajes cuenten una historia que les emocione. Porque cada vez es más difícil aportar valor simplemente haciendo fotos. Todos mostramos prácticamente los mismos trabajos. Y es muy difícil querer cobrar varios cientos de euros más que tu competencia por un servicio que el cliente siente que es el mismo servicio. Y cada vez hay menos bodas. Y más fotógrafos.

¿Y por eso todos estamos hablando de precios?

Hemos abierto un buen melón. A ver... Todos usamos las mismas herramientas de comunicación y replicamos lo que a otros compañeros les funciona. Y las herramientas que usamos para visibilizar nuestro trabajo ni mucho menos están al servicio de la creatividad, no potencian la mirada más original, o el punto de vista más atractivo. De hecho, conozco a profesionales de la industria creativa que a veces dedican más tiempo a la publicación de un trabajo que al trabajo que están compartiendo. Porque las herramientas que usamos para visibilizar nuestro trabajo impulsan tendencias a través de algoritmos muy complejos y no son más visibles necesariamente los mejores contenidos. Y todos jugamos al mismo juego. Usamos las mismas estrategias. Imitamos lo que funciona. Y a la larga, si no nos salimos de esa espiral, todos los fotógrafos con el tiempo nos terminamos convirtiendo en el mismo fotógrafo. No hay que ser muy listo para entender que si no hay un valor singular en el servicio que muestras, evidentemente, el precio se convierte en un factor determinante.

¿Y qué deben hacer los fotógrafos que deseen aportar valor a sus servicios?

Te puedo decir lo que hago yo. Yo trabajo en bodas locales y no quiero entrar demasiado en lo que podemos hacer como personas para ayudar a las parejas que nos contratan a tener una maravillosa experiencia. En mi opinión, ser buena gente es uno de mis puntos fuertes y algo que mis clientes valoran de mí. Pero me voy a centrar en lo que hago como profesional. Te cuento. Cuando una pareja llega a mí, a través de mi web, mis redes sociales o el teléfono, les muestro trabajos finales de las bodas que hago. Con testimonios reales de esas parejas. Para que entiendan si es algo parecido a eso lo que ellos desean. Y afronto mi trabajo como lo haría un fotógrafo documental. Me informo de lo que es importante para la pareja. Y dejo un testimonio gráfico de su boda en base a esa información. Retrato las cosas tal y como yo las veo, pero atendiendo a esas migas de pan que ellos me lanzan. En definitiva, cuento historias sencillas de gente tremenda. Y me esfuerzo para que mis trabajos finales hagan sentir hasta qué punto las bodas son una experiencia genuina para las parejas que me contratan, sean quiénes sean, cómo vistan o dónde se hayan casado. Y doy valor a todos los perfiles de boda sin ser juicioso, siendo generoso, atento, amable. Aporto contexto. Narrativa. Humanidad. O al menos lo intento.

Ya veo que te lo tomas muy en serio.

Me encanta lo que hago. Y para mí es importante. Mira. Yo trabajo con Kitoli. Ellos me imprimen los libros de mis bodas. Y el otro día viajé a Córdoba para verles y elegir los materiales para esta temporada. Y me hizo muy feliz comprobar allí mismo cómo mantienen la esencia del negocio familiar a pesar de ser una empresa grande, con varias sedes por toda España. Siguen dándole importancia al buen servicio, valoran la satisfacción del cliente y ofrecen una experiencia significativa. Y son personas, en este caso, artesanos y diseñadores, que se relacionan con otras personas, los fotógrafos, buscando un producto diferencial. Todos los fotógrafos somos distintos. Es cierto. Y tratarnos a todos los fotógrafos de forma personalizada igual es más costoso, pero es lo que debe ser. Joder. Y por eso trabajo con ellos.

¿Y qué sientes cuando ves que cada vez hay más libros en los perfiles de muchos fotógrafos?

Que estamos en el punto de inflexión, supongo. Hace unos años, cuando yo empecé, el cliente que buscaba un fotógrafo para su boda, conocía a los fotógrafos de su entorno y revisaba los álbumes de esos fotógrafos para decidir a quién contratar. Todo era muy evidente y humano. Eso cambió con el tiempo, y el proceso se hizo más virtual, superficial y opaco. De hecho, en estos años, la mayor parte de las parejas han contratado a sus fotógrafos de boda sin ver una galería completa o un libro de una boda real, que es realmente por lo que están pagando. Ahora se producen libros maravillosos y todos hacemos reportajes estupendos. Era de esperar que el libro, como trabajo final, como ejemplo claro de lo que hacemos, se convirtiera en un reclamo dentro de nuestra comunicación. Hola, qué tal, esto es lo que hago. Aunque podríamos ir un paso más allá. Podríamos dejar de vender el libro exclusivamente como un producto y empezar a sacar provecho de la capacidad que tiene un buen fotolibro de convertirse en una experiencia, en un servicio.

Justo eso lo cuentas en tus charlas.

Sí. Es algo muy evidente para mí. Kitoli produce libros inmejorables. Me consta que con ellos cada fotógrafo puede tener un libro hecho y diseñado a su medida, con el certificado de calidad de Fujifilm España y los mejores materiales del mercado. Digamos que el libro como producto está resuelto. Pero yo creo que ahora los fotógrafos deberíamos trabajar mejor el libro como experiencia. El fondo. La ética. Eso que sucede con el libro cuando lo abres. Cuando lo tocas, cuando lo hueles, cuando lo lees. Eso que puedes llegar a sentir a través del paso de página. De la relación que establecen unas fotografías con otras a lo largo del libro. De ordenar esas imágenes para crear algo emocionante. De cada una de las decisiones profesionales que debes tomar para construir tu historia, tu visión editorial de esa boda o de ese reportaje. Yo creo que deberían ser decisiones basadas en el criterio. Yo me fuerzo a tomar decisiones, a sentir que cada cosa que hago tiene una intención, un motivo. No quiero que sea un programa el que decida por mí ni decidir nada en función de mi gusto. Porque esa es la forma más básica de juicio artístico. Hasta mi niño con 6 años puede elegir lo que a él le gusta, sus fotos favoritas, por ejemplo. Y sus decisiones, si bajamos a ese nivel, serán tan válidas como las mías.

Hablamos entonces de hacer libros con criterio. Difícil tarea.

No creo que sea tan difícil. Con no demasiado esfuerzo podemos aportar mucho valor. En los talleres que hago sobre narrativa fotográfica todos mis alumnos, que suelen ser fotógrafos profesionales estupendos, me hablan de vistos buenos farragosos e interminables de sus álbumes de boda. Para hacer un libro con criterio hay que elegir cuatro o cinco páginas maestra, aprender cómo pueden combinarse las fotos en la doble página: el emparejamiento, la secuencia, y el mosaico; elegir las fotografías a partir de una pauta, la que cada uno elija, no tiene que ser necesariamente narrativa, y poco más. Pero en muchos casos veo libros hechos en 15 minutos con programas que validan mucho eso de "haz tu libro en 15 minutos". Y si haces tu libro en 15 minutos, perdona que te diga, tu libro debe ser una mierda de libro. En algunos casos, incluso, son libros donde la selección de las imágenes ha sido hecha por la propia pareja.

Mala idea.

Muy mala. El electricista que te arregla el enchufe no te dice: "¿qué cable corto? Elige tú, que es tu casa". Yo voy a las bodas después de hablar con la pareja y ya hago las fotos pensando en su libro. Ahí empiezan las decisiones profesionales que te llevan a ofrecerles un buen libro. Siendo editor de tu propio trabajo fotográfico. Con el criterio de años de experiencia y formación. Y me obligo a hacer las fotos que necesito para que el libro sea dinámico, emocionante y fluido. Luego me he formado en edición gráfica y diseño editorial para crear libros consistentes y atractivos. He trabajado en una pauta, en un criterio, que es el mío, y que busca potenciar lo que mejor hago yo: documentar. Otros fotógrafos, como editores de su propio trabajo, deberían hacer libros que potenciaran sus habilidades, las que sean. Y mis clientes, las parejas, pueden ver mis libros en mi web y en mis redes antes de contratarme. Saben lo que ofrezco y cómo lo ofrezco. Y si lo han visto, me consta que es justo lo que ellos desean. Así que cuando conecto con ellos por videollamada para mostrarles su libro, antes de mandarlo a imprimir, rara vez me cambian alguna foto. Evidentemente tardo más tiempo en hacerlos que la mayoría, no te voy a engañar, pero para mí, que oriento mi negocio al trabajo final, es esencial ofrecer libros bien resueltos. No sé si podría hacerlo de otra manera, de hecho.

¿Y crees que otros fotógrafos podrían aportar valor a sus servicios siguiendo tu ejemplo?

Por supuesto. Que sepas que me hago bastante el interesante, pero yo no he inventado la rueda. De hecho, soy bastante mejor editor que fotógrafo y mis fotografías me permiten tener la vida que tengo precisamente porque las pongo en valor en forma de productos y servicios genuinos que puedo replicar sin demasiado esfuerzo. Creo que la singularidad de cada profesional, su sensibilidad, puede medirse por las decisiones creativas que tome. Y cada vez hay menos decisiones creativas relevantes que podamos tomar como fotógrafos. Creo sinceramente que estamos descuidando nuestra labor como editores de nuestro propio trabajo. Incluso en nuestra comunicación. No le voy a explicar a nadie lo difícil que es diferenciarte a través de 10 fotografías en scroll de las 10 fotografías en scroll de la competencia. Y en esto hay mucho debate, porque no estamos entendiendo las necesidades reales de nuestros clientes, la demanda, porque en definitiva deberían ser ellos los que llevaran las riendas de lo que los fotógrafos ofrecemos.

¿Qué quieres decir?

Los proveedores del sector de las bodas estamos educando a nuestros clientes potenciales a través de nuestra comunicación. De nuestras publicaciones. Nuestros clientes potenciales aprenden qué es una boda a través de lo que nosotros les contamos. Y si una pareja entra en el perfil de Instagram de cualquier fotógrafo de bodas, verá colecciones de 4 o 5 fotografías que la mayor parte de las veces tienen mucho que ver con las tendencias, la decoración y el estilo, con un acercamiento estético a la boda, y casi nunca con la emoción cruda, con la ética, con el fondo de nuestro trabajo, que son las personas. Esa es una visión fragmentada, etérea y superficial de lo que son realmente las bodas.

¿Y qué tiene que ver eso con lo que decías de la demanda?

Que gran parte de nuestra industria lleva ya bastante tiempo potenciando el lado más exclusivo de las bodas, el estilo sofisticado, el lujo, etcétera, etcétera. De ahí que ahora triunfen los fotógrafos editoriales que se muestran en redes sociales más como cazadores de esas tendencias que como reporteros de boda. Todos esos fotógrafos deben entregar a sus clientes galerías con miles de fotos que cuentan mucho de esa humanidad de la que hablaba antes. Me consta que son excelentes reporteros de boda. Pero cuando deciden visibilizar su trabajo, eligen mostrar una parte muy concreta de su archivo, justo la que potencia ese lado exclusivo, sofisticado y lujoso. Y la mayor parte de las parejas que se van a casar en los próximos años, nuestra demanda, no pertenecen ni de lejos a ese universo exclusivo, sofisticado y lujoso que nosotros le estamos aportando a las bodas. ¿Crees que eso incentiva su deseo de compra? ¿O no?

¿Qué piensas tú?

No me quiero poner catastrofista, pero desde el año 1979 ha bajado el número de bodas en España a la mitad. Y estamos todos ensimismados convirtiendo las bodas en parques de atracciones y no percibimos que las parejas cada vez se sienten más abrumadas durante la planificación de sus eventos. Cada año se celebran centenares de bodas menos en España. ¿Por qué? Es un asunto complejo. Pero creo que no ayuda ese culto a la apariencia. Yo pienso que si mostramos las bodas como algo variado, accesible, sencillo y humano podremos mantener el negocio durante más tiempo que si mostramos como ejemplos de boda esos eventos fastuosos en palacios del sur de Francia o en yates que surcan el Adriático.

Creo que debemos mostrar historias completas que expliquen todas las bodas tal y como son: el emocionante encuentro de un montón de personas que se quieren y que celebran todas juntas el amor de dos de ellas. Más historias, más trabajos finales, más libros, por ejemplo, y menos imágenes sacadas de contexto. Más abrazos, más personas, y menos fotografías de complementos y accesorios que son inaccesibles para la mayoría.

¿Y por dónde empezarías tú ese cambio?

Dedicando más tiempo y cariño a nuestros trabajos finales. Al cliente que nos contrata. Pero también usando esos trabajos como reclamo de lo que somos, de nuestra marca, de nuestra identidad. Yo creo que lo más sencillo para la mayoría sería aprender a hacer mejores libros para sus parejas. Y mostrar esos libros, esas historias, para conseguir nuevos clientes.

¿Y eso no se hace ya?

Rotundamente no. Hace poco me compré un coche y fui de concesionario en concesionario mirando lo que las distintas marcas me ofrecían. Coches. También entré en alguna web y en algún perfil de Instagram y pude ver imágenes de esos mismos coches junto con mensajes y textos que hablaban de las ventajas de esos coches con respecto a otros coches. Y en algún momento yo me pregunté: ¿por qué somos tan pocos los fotógrafos que mostramos o tratamos de mostrar los productos y servicios por los que realmente nos están pagando? A mí no me pagan por varias fotos bonitas sacadas de contexto. A mí las parejas me contratan para que yo les entregue una galería con el reportaje completo de su boda, un fotolibro y/o un audiovisual que cuente su historia genuina y singular. Sea dónde y cómo sea. La suya. Creo que eso es lo que todos, como industria, deberíamos mostrar. O al menos la mayoría.

El trabajo final.

Justo. ¡Menos stories y más historias! Hay que empezar a hacer las cosas pensando en el cliente. Ser responsables. Buena gente. Los fotógrafos de boda no mostramos nuestros trabajos finales tal vez porque nos miramos demasiado el ombligo. Y antes de comprarme mi coche me planteé qué pasaría si el sector de la automoción hiciera como nosotros y mostrara imágenes preciosas en sus redes de un volante, de un tapacubos, de una bujía, por separado, y no mostrara los coches, el trabajo final. ¿Qué provocaría eso en sus clientes potenciales? Creo que mostrar más trabajos finales, más reportajes completos, más contexto, más emoción, más humanidad, más libros de boda bien resueltos, crearía una cultura de boda más sostenible, más variada, donde muchas parejas muy diferentes podrían encontrar referentes y ejemplos inspiradores y emocionantes. Y donde muchos fotógrafos podrían encontrar un nicho de mercado consistente, y aportar valor a su servicio a través de todas las decisiones creativas que se deben tomar cuando documentamos una boda completa, diseñamos un libro o creamos un audiovisual.

¿Ese es el futuro de nuestro sector?

No me quiero adelantar demasiado, pero estamos trabajando en varios proyectos muy interesantes en este sentido. Y puedo decirte que creo, sinceramente, que ese ya es nuestro presente.



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